QUINTO MANDATO


Tres ex presidentes terciaron en las elecciones al amparo del pacto de 1966 y de la Constitución de 1967. Triunfó Velasco Ibarra con 279.656 votos (32.8 por ciento), seguido por Andrés F. Córdova, candidato del liberalismo, de la CFP y de sectores socialistas con 263.861 votos (31 por ciento). El candidato vicepresidencial de este binomio, Jorge Zavala Baquerizo, triunfó y ocupó la vicepresidencia cuya única función era la de reemplazar al presidente en caso necesario. Camilo Ponce Enríquez por la Derecha socialcristiana y conservadora tuvo 258.953 votos (30 por ciento), Jorge Crespo Toral por la Derecha arnista y nacionalista, 31.914, y Elías Gallegos Anda 16.965 votos de los comunistas, socialistas y otros sectores de la Izquierda.
El Tribunal Supremo Electoral tuvo un arduo trabajo al escrutar los votos velasquistas y cordovistas. Andrés F. Córdova anota en sus Memorias: "Según el sistema legal vigente tocaba al Congreso por moción de cualquier legislador revisar el escrutinio", pero nadie lo pidió. "Los liberales... hicieron un arreglo a nivel parlamentario que era el que necesitaba el velasquismo para afianzar el resultado alcanzado en el Tribunal. Este es el convenio que el pueblo condenó y apodó como Pacto Mordoré". Por este motivo Rodrigo Borja Cevallos se desafilió del liberalismo y fundó en 1970 el partido Izquierda Democrática.
EL BANQUETE POLÍTICO
Durante las administraciones de la Junta Militar y de Otto Arosemena se habían formado o renovado algunos partidos políticos. En tiempo de los militares nacieron los partidos Socialista Revolucionario Ecuatoriano (PSRE), Democracia Cristiana, Coalición Institucionalista Demócrata (CID) y Marxista Leninista Ecuatoriano (PCML). En tiempos de Arosemena Gómez había nacido la Unión Democrática, se había reunificado un sector del antiguo Partido Socialista, y creado la Confederación de Servidores Públicos y la Federación de Estudiantes Universitarios de las universidades católicas (FEUCE). En 1968 la Federación Nacional Velasquista se constituyó como partido político y en ese mismo año se fundó el Frente Radical Alfarista.
"A partir de la fundación de la FEUE nacional", dice el cientista político Osvaldo Hurtado, "el movimiento estudiantil se politiza paulatinamente y se convierte en uno de los grupos de presión más influyentes de la vida nacional, sobre todo en los años siguientes a la Revolución Cubana, llegando el proceso de radicalización a su clímax a fines de la década de los sesenta cuando los estudiantes suman a sus preocupaciones estrictamente gremiales un interés acumulado por la sociedad que los rodea, y la Universidad se convierte en la "conciencia social de la Nación".
Pero el ideologismo y el revolucionarismo que prevalecen en la Universidad no permiten a los estudiantes apreciar correctamente las condiciones objetivas del país. Sin contactos directos con los problemas populares y fuertemente influidos por teorizaciones librescas, los estudiantes se enajenan de la realidad nacional a la que diagnostican como quisieran que fuese y no como es en los hechos".
"El festín del petróleo" estaba servido en la mesa del decenio de 1970. En torno a la mesa se reagruparon los sectores sociales y políticos. El boom bananero y la política de una industrialización sustitutiva de las importaciones había fortalecido a la burguesía. Orientada a la exportación y al servicio del consumo interno de las clases con dinero, el sector mayoritario de la burguesía seguía siendo no nacionalista. Frente a ella se sentaban las Fuerzas Armadas aliadas con la tecnocracia y con la Izquierda moderada reformista. Las Fuerzas Armadas miraban con interés la reforma nacionalista iniciada por el general peruano Juan Velasco Alvarado en 1968. Más abajo de la cabecera de la mesa, estaban los populismos velasquista antioligárquico y assadista que encarnaban desestructurados anhelos de cambio. En las galerías que miraban a la mesa del banquete, los anhelos de una juventud numerosa y emergente que reclamaba participar y llegar al festín por el atajo de la reforma universitaria y la presión política. Y reprobando el festín la nueva Iglesia liberacionista y contestataria. Presidía la mesa un desencantado Velasco Ibarra, árbitro de la reforma.

EL ANTIOLIGARCA

Procurar la igualdad económica y social, eliminar las condiciones humillantes en que vive el campesino, vigilar los contratos petroleros, fomentar la renovación de los partidos políticos hacia una convergencia nacional en un Ecuador que se sume en una crisis de desarticulación a fondo y centralizar la administración suprimiendo la dispersión de las entidades autónomas fue el condumio del discurso que Velasco Ibarra pronunció en el Congreso al posesionarse del Mando.
Apoyado en el Congreso por los liberales mordoreses, Velasco movió al pueblo a luchar contra la oligarquía a la que no "vacilaré en aplastar si es necesario para que triunfen la razón, la justicia y el derecho".
La primera derrota de Velasco fue la caída del ministro de Agricultura, Pedro Menéndez Gilbert, que había inspirado un decreto de gravamen a las exportaciones de azúcar. La segunda fue la caída del ministro de Finanzas, Luis Guzmán Vanegas, empeñado en aumentar en 600 millones de sucres la recaudación del impuesto a la renta para remediar un déficit fiscal y de caja de 1.400 millones de sucres. Guzmán hizo publicar los montos del pago de la Renta. La institución que más aportaba era el First National City Bank. Entre las personas que más pagaban estaban la familia Rosales Aspiazu y Manuel Jijón Flores (un millón de sucres), del Partido Conservador. Entre las que menos contribuían como renta personal estaban los potentados guayaquileños Juan X. Marcos (15 mil sucres) y Luis Noboa Naranjo (3.780 sucres).

LA DICTADURA CIVIL

Accediendo a la solicitud "patriótica, comprensiva y unánime de las Fuerzas Armadas Nacionales", Velasco Ibarra asumió la plenitud de poderes el mismo 22 de junio de 1970 y desconoció la Constitución vigente con el propósito de "regularizar la vida del Estado y poner bases de justicia social y vigor nacional".
La etapa dictatorial duró un año y siete meses en los que el Gobierno reprimió a la oposición, a los medios de comunicación y a las universidades y no halló otra fórmula para restablecer el régimen de derecho que convocar a elecciones bajo la Constitución de 1946 a la que añadió dictatorialmente algunas reformas.
La dictadura velasquista devaluó la moneda de 20.22 a 25 sucres el dólar. Suprimió la autonomía de la Autoridad Portuaria de Guayaquil y del Comité Ejecutivo de Vialidad del Guayas, aprisionó al alcalde electo de Guayaquil, Francisco Huerta Montalvo, y desterró a Panamá al prefecto provincial electo, Assad Bucaram. Ocupó las universidades estatales de Quito y Guayaquil y cortó los programas de comentarios y discusión política del Canal Dos de Guayaquil. Los agentes del Gobierno reprimieron a estudiantes, sindicalistas y opositores políticos y en algunos casos extremos torturaron a activistas estudiantiles. Pero la economía no convaleció, la balanza comercial de 1971 tuvo un déficit de 141 millones de dólares, creció el servicio de la deuda externa y hubo corrupción en el Banco Ecuatoriano de la Vivienda.
En el orden internacional la dictadura civil de Velasco Ibarra defendió la soberanía frente a la incursión de barcos piratas atuneros usamericanos en aguas territoriales por lo que llevó a los Estados Unidos al banquillo de los acusados en la OEA. Ecuador votó por el ingreso de la República Popular China a la ONU y fortaleció las relaciones diplomáticas y comerciales con los países socialistas. Pese a la crisis y contribuyendo a ella, la obra pública del quinto velasquismo especialmente en vialidad, educación superior, electrificación, telecomunicaciones y oleoducto fue considerable.

 

ASONADA MILITAR

El 29 de marzo de 1971, el general Luis Jácome Chávez, director de la Academia de Guerra, comandó un levantamiento militar en la hacienda "La Balbina" con el fin de exigir la salida del ministro de Defensa, Jorge Acosta Velasco, por supuesta conspiración para apoderarse del Poder. Acosta había dado de baja a 39 oficiales de la Academia de Guerra. Cuando Jácome y siete oficiales aceptaron parlamentar, fueron apresados y conducidos al Penal García Moreno. Sintiéndose seguro, Velasco respaldó al ministro. Pero la guarnición de El Oro, plaza militar importante, exigió la renuncia de Acosta y la libertad de los detenidos. Hubo una reunión urgente de altos oficiales en el Colegio Militar Eloy Alfaro, dirigida por el general de Brigada Guillermo Rodríguez Lara. Velasco Ibarra estuvo a punto de caer, pero faltó decisión en los militares. Según Vistazo, Jácome (liberado ya) perdió la partida por no llegar un poco antes al Colegio Militar. Velasco conservó el Poder, pero sacrificó a su sobrino el ministro de Defensa Jorge Acosta a quien promovió a embajador en Madrid, nombró comandante general del Ejército a Rodríguez Lara y ministro de Defensa a Luis Robles Plaza. El régimen quedó debilitado. Velasco pudo continuar gracias a la habilidad política y a las buenas relaciones públicas del nuevo ministro de Defensa.
El 25 de mayo de ese año, la ciudad de Tulcán (Carchi) se declaró en huelga contra una tasa de dos sucres por peaje en la frontera con Colombia. Los carchenses estaban furiosos porque Velasco Ibarra había calificado de "asesinos escandalosos" a las autoridades de la ciudad y de la provincia. Dos mil efectivos militares debieron ocupar la ciudad. El régimen se debilitó aún más.
La dictadura civil había planteado un plebiscito para retornar al orden constitucional. Los ciudadanos debían votar por la Carta Política (conservadora) de 1946 y por algunas reformas a esa carta. Se atribuía unilateralmente a la Constitución de 1946 el mérito de la estabilidad política entre 1948 y 1960. Meses después, la dictadura velasquista añadió al plebiscito la convocación a elecciones generales para junio de 1972.
Velasco Ibarra permitió que Assad Bucaram volviera a Ecuador. El líder populista regresaba aureolado por la persecución de la dictadura. Pronto se convirtió en el candidato con más oportunidad de ganar las elecciones presidenciales de 1972. A su carisma, unía la calidad de candidato del pueblo. Los viejos políticos cuyo apetito se había aguzado por el anunciado banquete del petróleo buscaban eliminarlo de la lid. Ellos querían más bien un gobierno provisorio y para lograr sus propósitos formaron un Frente de Restauración Nacional. Velasco clamaba contra "los politicastros fracasados". El ministro de Gobierno Jaime Nebot Velasco presentó documentos que "atestiguaban" que Assad Bucaram no era el Assad nacido en Ambato, Ecuador, sino un ciudadano oriundo de Líbano que respondía al nombre de Fortunato Khoury Buraye. El ardid no prosperó y Nebot debió abandonar el ministerio. El caso de la nacionalidad de Bucaram fue a la Corte Suprema de Justicia, pero los magistrados se amedrentaron cuando Bucaram pronosticó que el pueblo "pasaría por sobre los cráneos de los ministros" si aceptaban declararlo extranjero. Bucaram había sorteado un nuevo peligro.
Sin embargo, la lucha por eliminarlo de la contienda política continuó: Camilo Ponce Enríquez, la inteligencia de la Derecha, que había dicho que derrotaría a Bucaram y lo reenviaría a vender casimires (en las calles), pedía ahora suspender las elecciones y el 9 de febrero de 1972 y declaraba que acudiría a todos los medios para impedir que Bucaram fuera presidente. Velasco repetía que Bucaram "no tenía alma ecuatoriana, corazón ecuatoriano, raíz ecuatoriana". Velasco quiso manipular a los militares para sacar a Bucaram del proceso electoral, pero no logró ese apoyo. Al fin se resignó ante un Bucaram cada vez más popular. La revista Mensajero de Quito, respetada por sus análisis políticos muy independientes, nombró a Bucaram "Hombre del Año". Es probable que esta circunstancia electoral influyó en que los militares aceleraran el golpe de Estado: la perspectiva de un Ecuador en manos del populismo precisamente cuando iba a comenzar la bonanza petrolera no entraba en el reinante nacionalismo de las Fuerzas Armadas.
Enredado en los hilos de su desconcierto y en las asechanzas de sus colaboradores para impedir el triunfo del candidato cefepista Assad Bucaram, Velasco Ibarra se precipitó por cuarta vez al abismo de su propio autoritarismo. Las Fuerzas Armadas dieron un golpe de Estado el 15 de febrero de 1972, martes de Carnaval. El comadante general del Ejército, Guillermo Rodríguez Lara, asumió el Poder en nombre de las Fuerzas Armadas y proclamó una revolución nacionalista. Ecuador iba a conocer la más larga dictadura militar de su historia republicana: siete años, cinco meses y 25 días.
El golpe militar del 15 de febrero de 1972 sorprendió en Quito a Velasco Ibarra que se trasladó a Guayaquil para desde el Canal Diez de la televisión denunciar el golpe y hábilmente concitarse el apoyo de los bucaramistas. Pero los marinos eran los más ardientes defensores de un cambio y venían preparándose para él, asesorados por diversos académicos entre ellos algunos antiguos sacerdotes jesuitas que se habían laicizado y conocidas figuras de la Universidad Católica de Guayaquil, del sindicalismo cristiano y del reformismo como Pedro Aguayo Cubillo, Oscar Loor, Ramiro Larrea Santos y Luis Gómez Izquierdo. Los marinos no permitieron que Velasco Ibarra se dirigiera a los ecuatorianos. Al día siguiente lo desterraron a Panamá. Desde allí Velasco volvió a Buenos Aires.

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