
El Tribunal Supremo Electoral tuvo un arduo
trabajo al escrutar los votos velasquistas y cordovistas. Andrés F. Córdova
anota en sus Memorias: "Según el sistema legal vigente tocaba al Congreso
por moción de cualquier legislador revisar el escrutinio", pero nadie lo
pidió. "Los liberales... hicieron un arreglo a nivel parlamentario que era
el que necesitaba el velasquismo para afianzar el resultado alcanzado en el
Tribunal. Este es el convenio que el pueblo condenó y apodó como Pacto
Mordoré". Por este motivo Rodrigo Borja Cevallos se desafilió del
liberalismo y fundó en 1970 el partido Izquierda Democrática.
EL BANQUETE POLÍTICO
Durante las administraciones de la Junta Militar
y de Otto Arosemena se habían formado o renovado algunos partidos políticos. En
tiempo de los militares nacieron los partidos Socialista Revolucionario
Ecuatoriano (PSRE), Democracia Cristiana, Coalición Institucionalista Demócrata
(CID) y Marxista Leninista Ecuatoriano (PCML). En tiempos de Arosemena Gómez
había nacido la Unión Democrática, se había reunificado un sector del antiguo
Partido Socialista, y creado la Confederación de Servidores Públicos y la
Federación de Estudiantes Universitarios de las universidades católicas
(FEUCE). En 1968 la Federación Nacional Velasquista se constituyó como partido
político y en ese mismo año se fundó el Frente Radical Alfarista.
"A partir de la fundación de la FEUE
nacional", dice el cientista político Osvaldo Hurtado, "el movimiento
estudiantil se politiza paulatinamente y se convierte en uno de los grupos de
presión más influyentes de la vida nacional, sobre todo en los años siguientes
a la Revolución Cubana, llegando el proceso de radicalización a su clímax a
fines de la década de los sesenta cuando los estudiantes suman a sus
preocupaciones estrictamente gremiales un interés acumulado por la sociedad que
los rodea, y la Universidad se convierte en la "conciencia social de la
Nación".
Pero el ideologismo y el revolucionarismo que prevalecen en la Universidad no permiten a los estudiantes apreciar correctamente las condiciones objetivas del país. Sin contactos directos con los problemas populares y fuertemente influidos por teorizaciones librescas, los estudiantes se enajenan de la realidad nacional a la que diagnostican como quisieran que fuese y no como es en los hechos".
Pero el ideologismo y el revolucionarismo que prevalecen en la Universidad no permiten a los estudiantes apreciar correctamente las condiciones objetivas del país. Sin contactos directos con los problemas populares y fuertemente influidos por teorizaciones librescas, los estudiantes se enajenan de la realidad nacional a la que diagnostican como quisieran que fuese y no como es en los hechos".
"El festín del petróleo" estaba
servido en la mesa del decenio de 1970. En torno a la mesa se reagruparon los
sectores sociales y políticos. El boom bananero y la política de una
industrialización sustitutiva de las importaciones había fortalecido a la
burguesía. Orientada a la exportación y al servicio del consumo interno de las
clases con dinero, el sector mayoritario de la burguesía seguía siendo no
nacionalista. Frente a ella se sentaban las Fuerzas Armadas aliadas con la
tecnocracia y con la Izquierda moderada reformista. Las Fuerzas Armadas miraban
con interés la reforma nacionalista iniciada por el general peruano Juan
Velasco Alvarado en 1968. Más abajo de la cabecera de la mesa, estaban los
populismos velasquista antioligárquico y assadista que encarnaban
desestructurados anhelos de cambio. En las galerías que miraban a la mesa del
banquete, los anhelos de una juventud numerosa y emergente que reclamaba
participar y llegar al festín por el atajo de la reforma universitaria y la presión
política. Y reprobando el festín la nueva Iglesia liberacionista y
contestataria. Presidía la mesa un desencantado Velasco Ibarra, árbitro de la
reforma.
EL ANTIOLIGARCA
Procurar la igualdad económica y social,
eliminar las condiciones humillantes en que vive el campesino, vigilar los
contratos petroleros, fomentar la renovación de los partidos políticos hacia
una convergencia nacional en un Ecuador que se sume en una crisis de
desarticulación a fondo y centralizar la administración suprimiendo la dispersión
de las entidades autónomas fue el condumio del discurso que Velasco Ibarra
pronunció en el Congreso al posesionarse del Mando.
Apoyado en el Congreso por los liberales
mordoreses, Velasco movió al pueblo a luchar contra la oligarquía a la que no
"vacilaré en aplastar si es necesario para que triunfen la razón, la
justicia y el derecho".
La primera derrota de Velasco fue la caída del
ministro de Agricultura, Pedro Menéndez Gilbert, que había inspirado un decreto
de gravamen a las exportaciones de azúcar. La segunda fue la caída del ministro
de Finanzas, Luis Guzmán Vanegas, empeñado en aumentar en 600 millones de
sucres la recaudación del impuesto a la renta para remediar un déficit fiscal y
de caja de 1.400 millones de sucres. Guzmán hizo publicar los montos del pago
de la Renta. La institución que más aportaba era el First National City Bank.
Entre las personas que más pagaban estaban la familia Rosales Aspiazu y Manuel
Jijón Flores (un millón de sucres), del Partido Conservador. Entre las que menos
contribuían como renta personal estaban los potentados guayaquileños Juan X.
Marcos (15 mil sucres) y Luis Noboa Naranjo (3.780 sucres).
LA DICTADURA CIVIL
Accediendo a la solicitud "patriótica,
comprensiva y unánime de las Fuerzas Armadas Nacionales", Velasco Ibarra
asumió la plenitud de poderes el mismo 22 de junio de 1970 y desconoció la
Constitución vigente con el propósito de "regularizar la vida del Estado y
poner bases de justicia social y vigor nacional".
La etapa dictatorial duró un año y siete meses en los que el Gobierno reprimió a la oposición, a los medios de comunicación y a las universidades y no halló otra fórmula para restablecer el régimen de derecho que convocar a elecciones bajo la Constitución de 1946 a la que añadió dictatorialmente algunas reformas.
La etapa dictatorial duró un año y siete meses en los que el Gobierno reprimió a la oposición, a los medios de comunicación y a las universidades y no halló otra fórmula para restablecer el régimen de derecho que convocar a elecciones bajo la Constitución de 1946 a la que añadió dictatorialmente algunas reformas.
La dictadura velasquista devaluó la moneda de
20.22 a 25 sucres el dólar. Suprimió la autonomía de la Autoridad Portuaria de
Guayaquil y del Comité Ejecutivo de Vialidad del Guayas, aprisionó al alcalde
electo de Guayaquil, Francisco Huerta Montalvo, y desterró a Panamá al prefecto
provincial electo, Assad Bucaram. Ocupó las universidades estatales de Quito y
Guayaquil y cortó los programas de comentarios y discusión política del Canal
Dos de Guayaquil. Los agentes del Gobierno reprimieron a estudiantes,
sindicalistas y opositores políticos y en algunos casos extremos torturaron a
activistas estudiantiles. Pero la economía no convaleció, la balanza comercial
de 1971 tuvo un déficit de 141 millones de dólares, creció el servicio de la
deuda externa y hubo corrupción en el Banco Ecuatoriano de la Vivienda.
En el orden internacional la dictadura civil de
Velasco Ibarra defendió la soberanía frente a la incursión de barcos piratas
atuneros usamericanos en aguas territoriales por lo que llevó a los Estados
Unidos al banquillo de los acusados en la OEA. Ecuador votó por el ingreso de
la República Popular China a la ONU y fortaleció las relaciones diplomáticas y
comerciales con los países socialistas. Pese a la crisis y contribuyendo a
ella, la obra pública del quinto velasquismo especialmente en vialidad,
educación superior, electrificación, telecomunicaciones y oleoducto fue
considerable.
ASONADA MILITAR
El 29 de marzo de 1971, el general Luis Jácome
Chávez, director de la Academia de Guerra, comandó un levantamiento militar en
la hacienda "La Balbina" con el fin de exigir la salida del ministro
de Defensa, Jorge Acosta Velasco, por supuesta conspiración para apoderarse del
Poder. Acosta había dado de baja a 39 oficiales de la Academia de Guerra. Cuando
Jácome y siete oficiales aceptaron parlamentar, fueron apresados y conducidos
al Penal García Moreno. Sintiéndose seguro, Velasco respaldó al ministro. Pero
la guarnición de El Oro, plaza militar importante, exigió la renuncia de Acosta
y la libertad de los detenidos. Hubo una reunión urgente de altos oficiales en
el Colegio Militar Eloy Alfaro, dirigida por el general de Brigada Guillermo
Rodríguez Lara. Velasco Ibarra estuvo a punto de caer, pero faltó decisión en
los militares. Según Vistazo, Jácome (liberado ya) perdió la partida por no
llegar un poco antes al Colegio Militar. Velasco conservó el Poder, pero
sacrificó a su sobrino el ministro de Defensa Jorge Acosta a quien promovió a
embajador en Madrid, nombró comandante general del Ejército a Rodríguez Lara y
ministro de Defensa a Luis Robles Plaza. El régimen quedó debilitado. Velasco
pudo continuar gracias a la habilidad política y a las buenas relaciones
públicas del nuevo ministro de Defensa.
El 25 de mayo de ese año, la ciudad de Tulcán
(Carchi) se declaró en huelga contra una tasa de dos sucres por peaje en la
frontera con Colombia. Los carchenses estaban furiosos porque Velasco Ibarra
había calificado de "asesinos escandalosos" a las autoridades de la
ciudad y de la provincia. Dos mil efectivos militares debieron ocupar la
ciudad. El régimen se debilitó aún más.
La dictadura civil había planteado un plebiscito
para retornar al orden constitucional. Los ciudadanos debían votar por la Carta
Política (conservadora) de 1946 y por algunas reformas a esa carta. Se atribuía
unilateralmente a la Constitución de 1946 el mérito de la estabilidad política
entre 1948 y 1960. Meses después, la dictadura velasquista añadió al plebiscito
la convocación a elecciones generales para junio de 1972.
Velasco Ibarra permitió que Assad Bucaram
volviera a Ecuador. El líder populista regresaba aureolado por la persecución
de la dictadura. Pronto se convirtió en el candidato con más oportunidad de
ganar las elecciones presidenciales de 1972. A su carisma, unía la calidad de
candidato del pueblo. Los viejos políticos cuyo apetito se había aguzado por el
anunciado banquete del petróleo buscaban eliminarlo de la lid. Ellos querían
más bien un gobierno provisorio y para lograr sus propósitos formaron un Frente
de Restauración Nacional. Velasco clamaba contra "los politicastros
fracasados". El ministro de Gobierno Jaime Nebot Velasco presentó
documentos que "atestiguaban" que Assad Bucaram no era el Assad
nacido en Ambato, Ecuador, sino un ciudadano oriundo de Líbano que respondía al
nombre de Fortunato Khoury Buraye. El ardid no prosperó y Nebot debió abandonar
el ministerio. El caso de la nacionalidad de Bucaram fue a la Corte Suprema de
Justicia, pero los magistrados se amedrentaron cuando Bucaram pronosticó que el
pueblo "pasaría por sobre los cráneos de los ministros" si aceptaban
declararlo extranjero. Bucaram había sorteado un nuevo peligro.
Sin embargo, la lucha por eliminarlo de la
contienda política continuó: Camilo Ponce Enríquez, la inteligencia de la
Derecha, que había dicho que derrotaría a Bucaram y lo reenviaría a vender
casimires (en las calles), pedía ahora suspender las elecciones y el 9 de
febrero de 1972 y declaraba que acudiría a todos los medios para impedir que
Bucaram fuera presidente. Velasco repetía que Bucaram "no tenía alma
ecuatoriana, corazón ecuatoriano, raíz ecuatoriana". Velasco quiso
manipular a los militares para sacar a Bucaram del proceso electoral, pero no
logró ese apoyo. Al fin se resignó ante un Bucaram cada vez más popular. La revista
Mensajero de Quito, respetada por sus análisis políticos muy independientes,
nombró a Bucaram "Hombre del Año". Es probable que esta circunstancia
electoral influyó en que los militares aceleraran el golpe de Estado: la
perspectiva de un Ecuador en manos del populismo precisamente cuando iba a
comenzar la bonanza petrolera no entraba en el reinante nacionalismo de las
Fuerzas Armadas.
Enredado en los hilos de su desconcierto y en
las asechanzas de sus colaboradores para impedir el triunfo del candidato
cefepista Assad Bucaram, Velasco Ibarra se precipitó por cuarta vez al abismo
de su propio autoritarismo. Las Fuerzas Armadas dieron un golpe de Estado el 15
de febrero de 1972, martes de Carnaval. El comadante general del Ejército,
Guillermo Rodríguez Lara, asumió el Poder en nombre de las Fuerzas Armadas y
proclamó una revolución nacionalista. Ecuador iba a conocer la más larga
dictadura militar de su historia republicana: siete años, cinco meses y 25
días.
El golpe militar del 15 de febrero de 1972
sorprendió en Quito a Velasco Ibarra que se trasladó a Guayaquil para desde el
Canal Diez de la televisión denunciar el golpe y hábilmente concitarse el apoyo
de los bucaramistas. Pero los marinos eran los más ardientes defensores de un
cambio y venían preparándose para él, asesorados por diversos académicos entre
ellos algunos antiguos sacerdotes jesuitas que se habían laicizado y conocidas
figuras de la Universidad Católica de Guayaquil, del sindicalismo cristiano y
del reformismo como Pedro Aguayo Cubillo, Oscar Loor, Ramiro Larrea Santos y
Luis Gómez Izquierdo. Los marinos no permitieron que Velasco Ibarra se
dirigiera a los ecuatorianos. Al día siguiente lo desterraron a Panamá. Desde
allí Velasco volvió a Buenos Aires.
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